Moleskine: La libreta que escribió su propia historia

  • por Citlalmina Guadarrama

En tiempos donde el mundo parece girar cada vez más rápido y la tecnología domina nuestros días, resulta sorprendente que una libreta de papel haya conquistado a millones de personas en todo el mundo. Hablamos de Moleskine, la icónica libreta negra que ha acompañado a artistas, escritores, arquitectos, creadores de todo tipo, y que se ha convertido en mucho más que un objeto de papelería: un símbolo de identidad y creación.

Aunque la marca como tal nació en 1997, su historia se remonta a un pasado mucho más profundo, íntimamente ligado a la cultura, el arte y la escritura a mano. 

Origen y antecedentes de la marca

Durante el siglo XIX y buena parte del XX, en París era común encontrar pequeños cuadernos artesanales encuadernados en tela encerada, con esquinas redondeadas y papel de alta calidad. Aunque no tenían una marca formal, eran conocidos entre los bohemios como carnets moleskines, debido a su cubierta que recordaba la piel de topo (en francés: moleskine). 

Estos cuadernos se volvieron los compañeros inseparables de grandes mentes como Vincent Van Gogh, Pablo Picasso, Ernest Hemingway y Oscar Wilde. Los usaban para dibujar, escribir, planear, pensar. Sus páginas fueron testigo de los primeros trazos de obras maestras, fragmentos de ideas y pensamientos que cambiarían el rumbo del arte y la literatura.

Un collage de cuatro retratos famosos: Pablo Picasso, Ernest Hemingway, Oscar Wilde y Vincent van Gogh.

En 1987, el escritor y viajero Bruce Chatwin los inmortalizó en su libro The Songlines, donde los menciona como esenciales en su rutina creativa. Al enterarse del cierre del último fabricante en Tours, Francia, Chatwin lamentó: “Le vrai moleskine n’est plus” (el verdadero Moleskine ya no existe). Esa frase selló el final de una era y sin saberlo, el inicio de otra. 

Modo & Modo y el renacer del cuaderno clásico

La historia moderna de Moleskine comienza en 1997, cuando la empresa Modo & Modo, una pequeña editorial milanesa, decidió revivir ese cuaderno de notas clásico que había sido sinónimo de creatividad durante generaciones. Inspirados por el legado de estos artistas y escritores, lanzaron una nueva versión del icónico cuaderno bajo un nombre cargado de historia: Moleskine. 

El nombre proviene del término francés moleskine, que hace referencia a una tela de algodón con textura similar a la piel de topo, usada tradicionalmente en encuadernaciones. La elección del nombre no fue casual: se trataba de evocar una herencia estética y emocional vinculada al mundo del arte, la literatura y la exploración interior. 

Una pila de cuadernos Moleskine negros de diferentes tamaños, algunos con páginas sobresaliendo y marcadores de cinta, sobre una superficie de madera.

Así, Moleskine nació no solo como un producto, sino como un símbolo de creatividad, inspiración y continuidad cultural. Desde sus primeras ediciones que respetaban el diseño sobrio, elásticos funcionales, esquinas redondeadas y papel marfil, la marca supo crear una conexión profunda entre pasado, presente, así tambien entre objeto y narrativa. 

Expansión, innovación y comunidad 

El crecimiento de Moleskine fue veloz. En apenas un año ya producían 30 000 unidades, y para el año 2000 alcanzaban ventas millonarias. En 2004 comenzaron su expansión a Asia, y en 2006 el fondo de inversión Syntegra Capital adquirió la empresa, dándole un nuevo impulso bajo el nombre Moleskine SpA. Desde entonces, la marca ha diversificado su catálogo con agendas, bolsos, instrumentos de escritura, accesorios digitales y más. 

En 2013, Moleskine salió a la Bolsa de Milán, y en 2016 fue adquirida por el grupo belga D’Ieteren. Pero su espíritu creativo se ha mantenido intacto, con presencia hoy en más de 95 países y más de 20 000 puntos de venta en librerías, concept stores y tiendas especializadas. 

Identidad, cultura y filosofía de marca 

Moleskine ha trascendido su función como simple cuaderno para convertirse en un universo simbólico de creatividad. No vende solo libretas, sino espacios personales donde las ideas encuentran refugio y donde lo cotidiano puede transformarse en arte. Cada Moleskine es un objeto silencioso, pero cargado de promesas. 

Su comunidad integrada por artistas, arquitectos, escritores, estudiantes, diseñadores y pensadores de todo el mundo encuentra en sus páginas una forma de expresarse y de conectar con una tradición que honra lo manuscrito, lo artesanal y lo íntimo. 

A través de colaboraciones, cafés culturales en ciudades como Milán, Pekín o Ginebra, exposiciones y concursos, la marca ha construido una cultura global de la creatividad lenta, consciente y estética. 

Un cuaderno Moleskine negro abierto, lápices Blackwing, un afilador y gomas de borrar.

En un mundo que premia la velocidad y la inmediatez, Moleskine elige la pausa y defiende la escritura a mano. Nos recuerda que aún hay espacio para el pensamiento profundo, que la creatividad más poderosa suele surgir del silencio y que todo puede comenzar con una hoja en blanco. 

Por Lizzette U. Pichardo

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